BCV: Tres letras que definen el destino económico de Venezuela
El Díario Tricolor.- En la realidad actual del venezolano, cada día se repite con más frecuencia una sigla que parece tener vida propia: BCV. Probablemente un alto porcentaje de la población desconoce no solo su significado, sino también su origen y funciones. A continuación, comparto algunas consideraciones sobre su importancia y rol en la economía nacional.
En cualquier país del mundo existe un banco central. En Estados Unidos, por ejemplo, se le conoce como la Reserva Federal. Estas instituciones se encargan de gestionar la política monetaria de una nación y supervisar el sistema financiero. En Venezuela, el Banco Central (BCV) fue creado el 8 de septiembre de 1939 como ente regulador del sistema financiero, establecido previamente en la Ley de Bancos de 1937.
La creación del BCV buscó unificar el sistema financiero nacional, conformado hasta entonces por bancos privados. Este fue el inicio de una modernización que centralizó la emisión de moneda de curso legal y la regulación de las tasas de interés, otorgándole al BCV el manejo del sistema bancario nacional con el objetivo de alcanzar estabilidad financiera.
Su importancia radica en su papel como vigilante de la estabilidad macroeconómica del país. Las acciones del BCV influyen directamente en los niveles de inflación, en la definición del tipo de cambio y en la búsqueda de caminos hacia el crecimiento económico. Puede afirmarse que representa la base de confianza en la moneda nacional.
Su marco legal se establece en la Constitución y en la Ley del Banco Central, donde se define su autonomía. Sin embargo, en 2005, mediante ley habilitante, se modificaron varios artículos que afectaron gravemente dicha autonomía. Entre los cambios más significativos se encuentran el nombramiento de la directiva por vía presidencial, la emisión de dinero inorgánico para financiar gastos del gobierno y la clasificación como confidencial de gran parte de la información del BCV.
Desde el 18 de octubre de 2005, los excedentes de reservas internacionales deben ser entregados al fisco nacional. En 2008, las utilidades declaradas pasaron al Ejecutivo, y muchos de esos recursos fueron enviados al recién creado Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN), manejado con escasa transparencia.
Las sucesivas reformas a la Ley del BCV lo convirtieron en un financiador del déficit fiscal. Según estudiosos como Luis Oliveros, Asdrúbal Oliveros, Pedro Palma y el investigador de la Universidad del Zulia, núcleo Cabimas, Ali Javier Suárez, esta práctica impulsó el proceso inflacionario del país. Al no provenir ese dinero de actividades productivas, se generó una inflación descontrolada y un desequilibrio económico profundo.
Además, el BCV muestra una preocupante opacidad en sus cifras estadísticas, como inflación, producto interno bruto y balanza de pagos, entre otras. Esta falta de transparencia impide la formulación de políticas monetarias efectivas y obstaculiza la toma de decisiones urgentes que el país requiere con desesperación.
La pérdida de confianza en el BCV se ha convertido en una característica de alto riesgo, alejando a la institución del cumplimiento de sus funciones esenciales. La autonomía, la transparencia y la credibilidad han sido sacrificadas en el altar de la conveniencia política.
Y sin embargo, el país sigue adelante, aunque los políticos puedan prometer soluciones a los problemas económicos del país, la realidad es que su interés por resolverlos es cuestionable. El Banco Central de Venezuela, en su estado actual, refleja no solo la crisis económica que atraviesa el país, sino también la falta de compromiso por parte de quienes tienen el poder para generar cambios significativos. Sin una verdadera voluntad política y un enfoque serio hacia la autonomía y transparencia del BCV, los venezolanos seguirán enfrentando un futuro incierto y lleno de desafíos económicos, cada vez más ajeno a sus funciones, solo repite tres letras que definen su destino: B. C. V.
Articulista: José Gregorio Figueroa.
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