¿Es posible ser periodista en la Venezuela del 2.025?
«El que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir sus errores».
Simón Bolívar
El Diario Tricolor.- Distintos, diferentes o nada parecidos podría decirse que son los calificativos que permitan poder responder el título de éste artículo semanal. Algo que pueda despejar en la práctica lo que significa ser periodista en la Venezuela de hoy. También, además, variadas son las premisas para encontrar esa respuesta.
Dígamos, por ejemplo, garantía a empleo, condiciones laborales, censura, persecución, respeto al ejercicio profesional, libertad de expresión, seguridad social, salario digno y pensión de retiro. Calidad de vida. Esas, entre otras, resultan ser las causas que conviven a diario en el desempeño del periodista venezolano que este viernes 27 conmemora su Día Nacional.
Será una conmemoración, un momento especial y un compromiso renovado de un deber que debe seguir cumpliéndose en cada uno en defensa de la libertad de expresión, hasta donde lo permitan las circunstancias políticas. Es un sagrado derecho humano que está establecido, vigente, en la Constitución Bolivariana de Venezuela.
Son los periodistas venezolanos, según lo establece la Ley de Ejercicio, los únicos responsables, autorizados y facultados para buscar, procesar, elaborar y transmitir la noticia a través de la prensa escrita, radial, televisiva o en alguna plataforma de las nuevas tecnologías.
El 27 de Junio conmemoramos nuestro día nacional en homenaje a la publicación de 1.818 del Correo del Orinoco, periódico fundado por el Libertador Simón Bolívar al servicio de la lucha independentista, época cuando el hijo predilecto de Caracas usó la imprenta en la lucha emancipadora a la que llamó «la artillería del pensamiento».
En lomo de mula la cargó como otro pertrecho de guerra indispensable durante la lucha emancipadora que lideró contra la ocupación española de buena parte de la América del Sur. Sostengo que vamos a conmemorar esta efeméride, porque celebrar en verdad no existe ni hay razones en el país y veamos sus causas.
Los periodistas venezolanos somos, léase bien, profesionales egresados de universidades públicas o privadas, después de cinco años de estudios, inscritos en el Colegio Nacional de Periodistas, CNP, Instituto de Previsión Social del Periodista, IPSP y debidamente autorizados por la Ley de Ejercicio del Periodismo para desempeñar la profesión.
Es importante decir que aún existen colegas, –muy pocos– protegidos por la Ley de Ejercicio del Periodismo, sin ser egresados universitarios, en razón que antes de promulgarse esa disposición legal, año 1.972, eran miembros de la Asociación Venezolana de Periodistas, AVP, cuando en el país para ser periodista no era obligado poseer formación universitaria.
Es pertinente en ocasión de esta fecha, desempolvar el reclamo válido, individual o colectivo, muy recurrente en cualquier gremio profesional en estos tiempos, sobre el creciente ejercicio ilegal que existe en el periodismo venezolano, mayor o menor de acuerdo con las características de cada región o estado.
No es ningún secreto la presencia de piratas, filibusteros y corsarios que ejercen, «ilegalmente» en el campo laboral del egresado universitario, ocupando el espacio de quien ha estudiado y egresado, cinco años después de formarse en una casa de estudio superior o ha seguido otra nivelación en su preparación que busca profundizar una disciplina o área específica del conocimiento.
Esa anterior realidad a empleadores, directiva nacional del CNP, seccionales, Sindicato Nacional de la Prensa, SNTP y agremiados no sólo tiene que preocupar, sino que debe ocuparnos. Hay que añadir además la existencia de iniciativas, intentonas y movimientos que han tenido en la mira a la Asamblea Nacional para legislar, modificar o derogar la vigente Ley de Ejercicio del Periodismo de 1.972 a espaldas del gremio periodístico.
El propósito persigue «legalizar» lo ilegal, a trocha y mocha, creándose un periodismo sin formación universitaria o de medios alternativos, tapa amarilla o express. Lo triste es que detrás de ese exabrupto han existido colegas «revolucionarios» graduados en universidades, quienes han auspiciado y empujado «legalizar» ese abuso, disparate o extravagancia.
Vale decir que ese adefecio jurídico permitiría que el trabajo y responsabilidad de un profesional formado con rigurosidad, calidad y excelencia académica no tendría sentido, valor y seriedad social, sino que lo que busca es promover la mediocridad, desinformación, autocensura, asegurar la hegemonía comunicacional y eliminar la ya golpeada, precaria y disminuida libertad de expresión.
No es un secreto que con la llegada de la Revolución del Siglo XXI los medios de comunicación y los periodistas venezolanos hemos visto reducido el derecho constitucional a la libertad de expresión y al desempeño laboral en el campo de trabajo. El crecimiento del desempleo ha sido constante.
Tampoco es casual que en Venezuela los periódicos continúen desaparecidos, absolutamente, en su formato de papel. Según estimaciones del Colegio Nacional de Periodistas, CNP, desde el año 2.007 en el país han cerrado más de 440 medios de comunicación que incluyen 330 emisoras de radio.
En el estado Zulia era común leer desde muy temprano los diarios El Regional del Zulia, La Verdad, Versión Final, Panorama, Qué Pasa o la prensa nacional. Sus ediciones en papel desaparecieron al igual que en el interior de la República, donde en la última década dejaron de circular 110 medios impresos, muchos de ellos obligados a transferir su formato al periodismo digital.

Ilustración: Feyo
Solo en Caracas sobreviven algunos que tienen garantizado el suministro del papel. El Zulia ha sido cantera de buenos periódicos que fueron verdaderas escuelas de buen periodismo, desaparecidos ya finalizando el Siglo XX, entre ellos, Crítica, El Vespertino y el diario metropolitano de Maracaibo, La Columna.
Así como los medios impresos desaparecieron como parte de una política de control social, no debido a sanciones económicas ni a bloqueos del imperialismo norteamericano, en la radiodifusión y la televisión la situación no ha sido distinta.
Conatel en los últimos años ha realizado una verdadera «razzia» en ambos campos de la comunicación audiovisual, cerrando, confiscando y desmantelando estaciones de radio y televisión a lo largo del país.
Cientos de miles de periodistas, reporteros gráficos, personal de talleres y artes gráficas, rotativa, laboratorio, administración, ventas, choferes, seguridad, locutores, camarógrafos, asistentes, técnicos de control, transmisiones, microondas y otras áreas han visto perder sus puestos de trabajo desde la llegada del chavismo al poder en 1.999.
Ha sido una especie de vorágine comunicacional muy bien pensada, planificada y ejecutada. En la llamada IV República cuando algún burócrata excedía sus funciones y atentaba contra la libertad de expresión, medios, CNP, SNTP, periodistas y una vocería de dirigentes de la izquierda pegaban el grito al cielo.
Sin embargo hoy los periodistas y, en general los venezolanos, no hemos visto de esos dirigentes cuestionamientos ante el exceso, cuando se ha cerrado un periódico, radio emisora, televisora, portal digital o reclamar, denunciar y protestar el drama familiar y social que significa el cierre de un medio de comunicación, lanzando a la calle a padres, madres, solteros o no, a las filas del desempleo.
En la arremetida de cierre de medios durante años no se salvaron ni los pregoneros que vendían la prensa escrita en kioskos y esquinas de las ciudades más importantes de Venezuela. Lamentablemente es sólo una pequeña, muy mínima muestra, en un universo de atropellos y atentados contra el ejercicio profesional.
Es de destacar que los periodistas, hombres y mujeres de carne y hueso, no estamos dentro de una burbuja ajenos a las vicisitudes que sufren o padecen otros profesionales universitarios o la población en general. Los periodistas no somos seres especiales. Somos de carne y hueso.
Nos apasiona la profesión en cada una de sus especialidades. Nos golpea la crisis económica, censura, persecución, malos sueldos y salarios, condiciones de vida, desempleo, carecemos de servicios médicos y también nos afecta la separación familiar y los malos servicios públicos.
El CNP posee un registro actualizado que denuncia que desde enero a mayo de 2.025 ha habido 72 agresiones, intimidaciones, contra trabajadores y medios de comunicación, donde, además, está reseñada la detención de una veintena de periodistas, debidamente colegiados, entre los que figuran tres zulianos, señalados de desestabilizadores, según ha denunciado el Colegio Nacional de Periodistas, CNP.
Hoy decenas de periodistas están fuera del país. Unos por quedarse desempleados por el cierre de sus fuentes de trabajo en Venezuela. Otros, han salido en razón de haber recibido presiones o amenazas por ser incómodos en su labor profesional.
También, desde afuera, hay algunos periodistas que asumen posiciones políticas sin distinguir ni medir las consecuencias que debe pagar la gente adentro, cuando llaman a que –drásticamente y sin miramientos–, sean aplicadas sanciones económicas o insinúan el desarrollo de teatros violentos entre la pugna de la geopolítica mundial en el territorio nacional para desalojar a quienes gobiernan Venezuela.
Construyen, difunden o posicionan narrativas y ecuaciones mentales perversas, nada éticas, sin demasiada diferencia con colegas rojos-rojito que callan y prefieren guardar silencio ante el deterioro del país y del periodismo venezolano.
Por último rindo homenaje a colegas ausentes, grandes profesionales de la prensa escrita, radio, televisión, docencia, investigación y relaciones públicas, nacidos o no en el estado Zulia que adelantaron su viaje, pero dejaron sembrada una huella de excelente estilo profesional, llenos de calidad humana, afectiva y de una especial camaradería difícil de echar al olvido.
Entre otros, Sergio Antillano, Ignacio De La Cruz, Pipo Hernández, Oswaldo Sotillo, Manolo Silva Machado, Elbano y Heberto Castro Pimentel, Francis Luther Blackman, Yadira Méndez, Angel Medina, Rodolfo Arguello, Bladimiro Durán, José Semprún, Pedro Fernández, Régulo López, Elida Cuauro, José «Cheo» González, Francisco «Paco» Zuleta, Giovanny Ranyón, Omer Añez Ramírez, Luis Soto Toro, Heberto Camacho, Antonio Nuñez Rovira y Andrea Nowotka.
Asimismo, José Díaz Jiménez, Danilo Acosta, Leopoldo Rincón, Oscar Silva Araque, Rosario Rojas, Jorge Villalobos Hernández, Jorge Viloria, Enrique Rodríguez Mota, Bernardo Medina, Luis Guillermo Cristalino, Pedro Soscum Machado, Fander Serrada, Pedro Mora, Nerio Ramírez Pernía, José Luis Zambrano, José Manuel Dopazo, Gerardo Oviedo, Héctor Montiel, Samuel Alberto González, Yaneli Griselda Puerta, Heberto José Hernández, Wolfgang Martínez Niño, Alfredo Navarro Villasmil, Candelario Ferrer y Emilio Correa.
¡Amanecerá y Veremos!
Articulista: José Aranguibel Carrasco
CNP-5.003