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Claudio Fermín: Los servicios de salud son un desastre, eso tiene que cambiar

El Diario Tricolor -. La atención a la salud es pésima. Por la ineficiencia del Ministerio del ramo hay que concluir que la salud no es prioritaria para el Gobierno. Esa es la realidad. Eso es lo que los hechos indican. No es una crítica gratuita y mucho menos producto de virulencia alguna, muy lejos de nuestra manera de hacer política. Son los hechos los que hablan.

El paludismo está regado por comunidades indígenas de Amazonas y no hay respuestas. Solamente en Agua Blanca, en Atures, hay 22 casos que no han sido tratados en esa comunidad jivi. No hay antitetánicas en el “Dr. José Gregorio Hernández”, hospital central de Puerto Ayacucho. En el “Pablo Acosta Ortiz”, en San Fernando de Apure, no tienen paletas baja lengua para examinar las gargantas de los pacientes.

En Elorza hace dos meses hicieron un acto para inaugurar el quirófano del hospital “Rómulo Gallegos” y a los pocos días se llevaron los aparatos, instrumentos de cirugía, para San Fernando y para Mantecal.

 Visten un santo desvistiendo otro. La directora reclamó y en vez de ser atendida su justa exigencia la botaron. En el ambulatorio de Cerro Gordo, en Barquisimeto, para sacarse una muela hay que llevar la anestesia.

En el hospital “Joaquina de Rotondaro”, en Tinaquillo, los familiares tienen que llevar los colchones para las camas que los hospitalizados ocupan.

En los hospitales de todo el país para ser intervenido quirúrgicamente el paciente debe comprar la bata y el gorro que se va a poner, al igual que los guantes del médico, un “kit” quirúrgico, y debe llevar los medicamentos, calmantes y antibióticos que se le aplicarán después de la operación.

En el hospital “Dr. Luis Razetti” de Barcelona no hay materiales para atender la emergencia. No hay ni inyectadoras. Los familiares tienen que ir a la farmacia a comprar todo. Los baños son un desastre, al igual que es una vergüenza el cuarto de descanso de las enfermeras, los manipuladores de oxígeno, los camilleros y las camareras. No tienen ni un ventilador.

En el hospital “Rafael Tobías Guevara”, conocido como el anexo pediátrico del Hospital Universitario de Barcelona, cuando se va la luz prenden la planta eléctrica. El problema está en que hace tres meses se robaron el cableado y los padres de los niños allí hospitalizados viven con el temor de un apagón porque no han repuesto el cableado y la planta no funciona.

 En el ambulatorio “Rafael Vicente Andrade” de la parroquia Unión en Barquisimeto, en atención a estricto protocolo médico, le piden al paciente, como en todos los hospitales, una larga lista de exámenes para operarlo: de orina, hematología completa, rayos X de tórax, evaluación cardiológica, tiempo de coagulación y otras pruebas. Todo ello lógico. Lo absurdo es que ninguno de esos exámenes se haga en los hospitales. No tienen esos servicios. Cada persona se los tiene que hacer por fuera. Lo de la salud gratuita es mentira. En los hospitales no hay nada.

Las madres de niños asmáticos viven un calvario en Caracas. Van en Antímano al hospital “Dr. José Ignacio Baldó”, popularmente El Algodonal, y la primera mala noticia es que no hay médicos en la emergencia. Sólo atienden con citas. Llevan a sus hijos con insuficiencias respiratorias y en ese hospital no hay esteroides. Nada de Dexametasona ni de Hidrocortisona. Budesodina o Salbutamol para nebulizar tampoco hay. Agarran entonces para el hospital “Dr. Miguel Pérez Carreño” en La Yaguara y se encuentran en el servicio de pediatría con una sala de nebulización que no funciona porque las tomas de oxígeno están dañadas. Se van para el hospital pediátrico “Elías Toro”, en Catia, y les dicen que tampoco hay nada para nebulizar. Finalmente llegan al Hospital de Niños “J.M. de los Ríos” y reciben la nebulización, pero resulta que hay una sola bombona para decenas de niños y, además, déficit de enfermeras.

Para los sucrenses la situación no es distinta. En Yaguaraparo no hay quirófanos en funcionamiento en el hospital. Tampoco funciona el laboratorio por falta de reactivos. En el “Santos Aníbal Dominicci”, hospital central de Carúpano, tienen seis años reparando la Emergencia y no funciona. Mejor dicho, funciona provisionalmente en los pasillos y sin equipos. En el hospital “Dr. Diego Carbonell”, en Cumaná, no hay agua de manera permanente, lo que impacta negativamente todos los servicios, en especial emergencia, diálisis y el banco de sangre. Los centros de salud del estado Sucre carecen de inyectadoras, medicinas, ambulancias y médicos especialistas. En Cojedes nada es mejor. En el hospital “Dr. Eugenio Mariano González Padilla”, de Tinaco, el equipo de rayos X tiene cuatro años fuera de servicio, al igual que el servicio de Odontología. El área de quirófano fuera de servicio por falta de equipamiento y las áreas de hospitalización no están aptas para el ingreso de pacientes. El hospital está técnicamente inoperativo. No está en capacidad ni de ofrecer primeros auxilios. En San Carlos, el hospital “Egor Nucete” tiene el área de rayos X y la de Cuidados Intensivos inoperativas por falta de equipos. No disponen de suficientes tensiómetros, monitores, ni nebulizadores. Los enfriadores para plasma y para serología están dañados y el banco de sangre tiene filtraciones. Los baños son un asco y están inhabilitadas ocho salas de hospitalización de maternidad y nueve salas de hospitalización de pediatría.

Los salarios del personal de salud no alcanzan para nada. Las penurias que viven los médicos llevan a situaciones irregulares. En el “Pérez Carreño” de Caracas es común que pacientes por accidentes de moto, encima de llevar todos los insumos, tengan que pagarle aparte al médico para que los operen, como si fuera una clínica. Eso pasa en muchos hospitales.

Estos señalamientos no son una lista exhaustiva de la terrible situación de la salud en Venezuela, pero son hechos irrebatibles. Son la dolorosa realidad. Tenemos que cambiar ese deprimente cuadro. Hay que convertir la salud en una prioridad. Si el Estado no puede cuidar la salud de la población, de qué sirve. Urge cambiar. Para acabar con esa dramática situación de abandono de la población es que luchamos por el cambio. Por un cambio para bien, para poner a funcionar al gobierno en beneficio de los ciudadanos. En eso estamos comprometidos.

Por Claudio Fermín

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