Vinotinto: entre el dinero, la decepción y la esperanza de la afición
El Díario Tricolor.- La reciente derrota de la Vinotinto por 3-6 ante Colombia, en las eliminatorias al Mundial de Fútbol, ha dejado un sabor amargo en los corazones de millones de venezolanos. Más allá del resultado, este partido ha abierto una herida que trasciende el césped: la desconexión entre la Federación Venezolana de Fútbol (FVF), el cuerpo técnico y la afición.
La pregunta que resuena en cada rincón del país es clara: ¿para qué tanto dinero y tantas expectativas si no somos capaces de analizar lo que ocurre dentro de nuestro equipo?
No se puede negar el esfuerzo de algunos jugadores que, con garra y sudor, intentan llevar a Venezuela a su primer Mundial. Sin embargo, el desempeño colectivo frente a Colombia expuso falencias que no son solo técnicas, sino también estructurales.
La afición, ese “décimo segundo jugador” que nunca falla, merece respuestas. ¿Cómo es posible que se inviertan más de tres millones de dólares en un entrenador, Fernando “Bocha” Batista, y aún persistan problemas de cansancio, falta de compromiso y decisiones cuestionables en la alineación? ¿Por qué jugadores en óptimas condiciones son marginados por alzar la voz contra irregularidades dentro de la federación, o por decisiones influenciadas por intereses externos?
La política, un invitado no deseado en el deporte, parece tener un peso desmedido en la FVF. Las decisiones que deberían ser estrictamente deportivas se ven empañadas por injerencias que afectan el rendimiento del equipo y la confianza de la afición. No se trata de buscar culpables o de “hacer leña del árbol caído”, sino de asumir con seriedad la responsabilidad de representar a un país que vive y respira fútbol. La Vinotinto no es solo un equipo; es un símbolo de esperanza para una nación que anhela celebrar con su bandera en un Mundial.
Este artículo no pretende ser un juicio sumario contra Batista, ni contra los jugadores. Más bien, es un llamado a la reflexión. La afición venezolana, siempre fiel, no pide victorias imposibles; pide transparencia, compromiso y respeto. Pide que se valore su apoyo incondicional y que se tomen decisiones en beneficio del fútbol, no de intereses externos. Aún hay tiempo, aún hay esperanza. Pero para que la Vinotinto alcance su sueño mundialista, es imprescindible que la federación, el cuerpo técnico y los jugadores trabajen en sintonía con ese motor incansable que es la afición.
El camino al Mundial sigue abierto, y con él, la oportunidad de corregir errores, escuchar a la fanaticada y construir un equipo que no solo juegue por un resultado, sino por el orgullo de ser venezolano. Que esta derrota sea un punto de inflexión, no un epitafio. La bandera tricolor merece ondear en lo más alto, y la afición, esa que nunca abandona, estará allí para empujar. ¿Estarán los demás a la altura?
Articulista: Fernando Colmenares
CNP 15823