La Duda y la Incertidumbre: Obstáculos para el Progreso en Venezuela
El Diario Tricolor.- La duda es una constante en la vida cotidiana de los venezolanos. Si partimos del concepto más conocido sobre la palabra «duda», que se define como la vacilación o indecisión ante dos o más juicios, así como la incertidumbre ante determinados hechos, podemos afirmar que vivir en un estado de duda se ha vuelto rutinario para el ciudadano venezolano.
Lo que acelera el crecimiento de esta duda son, sin lugar a dudas, las acciones gubernamentales que no están orientadas ni dirigidas a disminuir esta pesada carga con la que convivimos. Las políticas públicas erradas, las decisiones equivocadas y la insistencia en un modelo político-económico desfasado respecto a la realidad mundial son causas fundamentales de estas incertidumbres.
Por ejemplo, no conocemos las cifras de la ley de presupuesto y endeudamiento nacional desde hace seis años, así como las metas que se aspiran alcanzar. Aún menos sabemos acerca de las estimaciones de producción petrolera ni del valor del barril de exportación, lo cual impacta directamente en los ingresos ordinarios del país y, por ende, en la distribución del situado constitucional a estados y municipios establecidos en la Constitución nacional.
Los valores e indicadores de gestión también son un enigma para los ciudadanos; la desinformación se convierte en una herramienta que genera aún más dudas e incertidumbre. Ante esta situación, resulta complicado para las organizaciones, tanto públicas como privadas, definir en sus planes estratégicos políticas basadas en un conocimiento real de las actividades que ejecuta el gobierno nacional. Esta falta de claridad sumerge a las empresas en un mar de indecisiones que dificulta la toma de decisiones gerenciales.
Los cambios que se generan en un mundo altamente globalizado y competitivo, donde se utilizan herramientas de tecnología de información y conocimiento, colocan a las organizaciones en una situación de desventaja al no contar con posibilidades reales de acceder a información sobre los planes nacionales. Todo queda envuelto en la duda y la incertidumbre, lo que facilita la propagación de información falsa y malintencionada que no contribuye en nada al impulso de los cambios que anhelamos alcanzar.
Aunque se habla de una lenta recuperación económica, evidenciada por un crecimiento económico, nos encontramos con devaluaciones diarias del cambio oficial que empujan al alza de la inflación y del valor del dólar. Sobre estas devaluciones diarias no sabemos si son una aplicación de crawling peg o mini devaluaciones como estrategia económica pero esta información no resulta oficial y No refleja la realidad diaria de millones de personas que aún requieren al menos 500 dólares para adquirir productos de la canasta alimentaria.
Se nos vende una imagen de recuperación a través de cadenas nacionales que destacan altos niveles de asistencia a conciertos, restaurantes concurridos y la proliferación de negocios llamados bodegones. Sin embargo, estas situaciones no obedecen a una política económica orientada a mejorar la calidad de vida. Además, el efecto de las sanciones, más allá de ser un error innecesario, no ha logrado debilitar al gobierno y se ha convertido en la excusa perfecta para justificar tanta ineficiencia.
Es urgente ejecutar cambios significativos. Las condiciones de vida son precarias y estamos totalmente rezagados en términos de políticas gerenciales. La falta de transparencia y la continua incertidumbre son obstáculos que deben ser superados si realmente aspiramos a un futuro mejor para Venezuela. Solo a través de una gestión efectiva y transparente podremos reconstruir la confianza necesaria para avanzar hacia el desarrollo económico y social que tanto anhelamos.
Articulista: José Gregorio Figueroa
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