La fatiga de la modernidad: Reflexiones sobre nuestro día a día
El Diario Tricolor.- En la revisión del papel y desenvolvimiento de las personas, se observan aspectos interesantes. Pareciera que el tiempo no nos alcanza para cumplir nuestras tareas. El mundo es rápido, y la utilización de la tecnología digital ejerce presión sobre nosotros. Esta presión lleva a una autoexigencia desmedida en los individuos. No se trata solo de ser disciplinados; nos agobia el deseo de rapidez e inmediatez.
En este contexto, resulta muy útil estudiar el planteamiento del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien lo formula en su interesante obra La sociedad del cansancio. La descripción fundamental que ofrece es que la autoexigencia por cumplir tareas y obligaciones conduce a una fatiga permanente en los individuos. Este fenómeno se manifiesta con mayor intensidad en sociedades de menor desarrollo, donde, en mi opinión, se entrelazan elementos cruciales como la baja productividad, la crisis de empleo productivo y la alta inflación, entre otras consideraciones.
El agotamiento y la presión interna por enfrentar un mundo exigente son palpables. Esta exigencia de rapidez y avance digital genera situaciones en las que parece imposible alcanzar nuestras metas. En países de menor desarrollo, esta presión se suma a la rutina diaria necesaria para sobrevivir. Estas condiciones conducen al crecimiento de la depresión y la ansiedad, lo que a su vez puede llevar a decisiones drásticas, como el suicidio. Sin duda, estas son características del mundo moderno y digital, aunque hay naciones con mejores perspectivas para enfrentarlas.
Como bien advertía Albert Camus, la verdadera desesperanza no nace ante una obstinada adversidad, sino que proviene de la disyuntiva de no saber si luchar o rendirse. No cabe duda de que el interesante aporte de Byung-Chul Han nos conduce a una reflexión profunda sobre las condiciones laborales y el avance de ciertos países frente al estancamiento de otros, lo que resulta en un panorama poblado por hombres cansados y aburridos.
Esto significa que el ser humano de estos tiempos es un individuo fatigado, con tendencia a la fatiga física y emocional. Esta situación nos lleva a pensar que existe una línea fuertemente vinculada con la pérdida de innovación y creatividad en el ámbito de las ideas más humanistas. En última instancia, debemos cuestionarnos si esta autoexigencia y agotamiento son realmente el precio que estamos dispuestos a pagar por un progreso que, en muchos casos, parece más una carrera sin meta que un camino hacia el bienestar colectivo.
Jose Gregorio Figueroa.
@figueroazabala.