¡Claman un transformador! Entre murciélagos y ocho años sin luz regresarán a clases en el «Rafael Urdaneta» [+Fotos]
Los alumnos de preescolar son los más afectados del complejo educativo, quienes corren el riesgo de contraer enfermedades provenientes de los mamíferos voladores. El equipo de Versión Final hizo un recorrido por las instalaciones para conocer el estado de deterioro en que este se encuentra
El Diario Tricolor. –Una matrícula de 350 alumnos regresará a clases entre murciélagos y falta de electricidad en la Unidad Educativa «Niños Trabajadores» General Rafael Urdaneta, ubicada en el sector Gallo Verde, de Maracaibo, que ante la falta de dolientes cumplirá ocho años en penumbras por un transformador dañado y con el riesgo de que los excrementos de los mamíferos voladores enfermen a quienes hacen vida en la institución.
El equipo de Versión Final visitó dicha escuela, ubicada en la avenida 21 de la parroquia Cecilioa Acosta, donde el personal docente aseguró que ha recibido reiteradas y múltiples «falsas promesas» de distintas entidades, en colaborar para otorgar el transformador correspondiente, que dejó de funcionar en el 2015 y, hasta la fecha, no ha sido sustituido.
La institución, que arriba a sus 43 años tras ser fundada por el presbítero Rafael Márquez, desde el traslado a su nueva ubicación que anteriormente estuvo ubicado en la urbanización La Trinidad, cuenta con al menos tres edificios de dos plantas cada uno, que se mantiene en pie debido a la labor de quienes hacen vida en la escuela, a través de «granitos de arena» con los que ayudan a menguar las carencias en el lugar.
Desvalijado por los «amigos de lo ajeno»
No obstante, pese a los esfuerzos realizados por los allegados al colegio Rafael Urdaneta, la delincuencia ha entorpecido las labores de recuperación, quienes azotaron el sitio mayormente durante los dos años de pandemia, y desvalijaron las áreas del comedor y la cocina, llevándose ollas, fogones industriales, mesas, sillas, platos y cubiertos; hasta los inodoros de los baños.
También fueron destruidas las ventanas de múltiples salones y el agua del tanque subterráneo, que estaba reservada para la limpieza de las áreas, fue utilizada por los malhechores para bañarse «como en una piscina».
Un profesor de la institución, Alexander de la Hoz, precisó que antes del tiempo de confinamiento fueron hurtadas 55 computadoras que se encontraban en desuso debido a la falta de electricidad. La que otrora contó con maquinaria para ofrecer talleres de carpintería u otros oficios, hoy conserva sus vestigios en un oscuro pasillo, luego que los amigos de lo ajeno retiraran los artefactos que servían para tal fin.
El extenso patio que posee el complejo educativo, que a su vez servía para la recreación de los alumnos del colegio, hoy se percibe como el inicio de un nuevo ecosistema, donde culebras que se esconden en la abundante maleza provocaron que sea de «acceso prohibido» hasta para el personal docente.
El «abrupto» crecimiento de los árboles también se suma a las problemáticas, donde uno de ellos se cayó debido a fuertes vientos y hoy reposa sobre el techo de un salón de clases en primaria, aguardando a ser retirado por las autoridades, mientras amenaza a seguir deteriorando la infraestructura de la institución.
Preescoolar, el más afectado
Durante un recorrido por la institución, el equipo de este medio de comunicación fue recibido por los múltiples murciélagos que permanecen en sus espacios y quienes también «forman parte del elenco», reseñó una maestra, quien precisó que 75 niños de nivel inicial reciben clases distribuidos en tres salones distintos y quienes son los más afectados por la falta de electricidad.
Las áreas de esta etapa educativa reciben poca luz natural, que aunado a los esfuerzos por evitar que los mamíferos voladores entren a las instalaciones, provocan que sea de dificultad para las seis docentes de este nivel impartir clases en los salones correspondientes. Para prevenir riesgos, taparon la mayor parte de las ventanas con cartón y realizan una limpieza diaria antes de la llegada de los niños.
«Nos tocó hacer esto porque aquí hay muchos murciélagos y eso es un foco de infección acá para los niños. Todas las mañanas estas mesas deben tener su aseo previo, colocarle bastante detergente, porque son niños preescolares, ellos manipulan todas las cosas y como están pequeños, llevan sus manitos a la boca», explicó.
La persistente oscuridad situación es paliada con el uso de dos bombillos recargables comprados por el mismo personal, quien desde su propio dinero también compró pega, papel bond, papel celofán y una caja de marcadores para las actividades de los infantes.
«Tenemos que darle la bienvenida a los niños, para darle la bienvenida a los niños tenemos que darle algo alusivo a ellos, entonces por supuesto (para) el primer día de clases, compramos también de nuestro bolsillo para ambientar mejor la entrada, que sea agradable a ellos», indicó.
La misma profesora aseguró que el calor derivó en la decisión de disminuir el horario de clases, que antes era de 8:00 a.m. a 11:00 a.m. y ahora es de 7:30 a.m. a 10:00 a.m. «Los niños de inicial, ellos prestan atención durante un determinado tiempo, si nosotros les damos más horas, esto para ellos va a ser frustrante, no van a querer venir a la institución, ¿por qué? porque no pasa a ser un ambiente agradable para ellos», destacó.
A lo anterior dicho se suma la dificultad para lograr que los menores tengan momentos de distracción, debido a que fueron saqueados los parques recreativos que servían para tal fin.
Con respecto a la entrega del transformador, explicó que las solicitudes se han hecho en reiteradas oportunidades, tanto de la comunidad educativa como de padres y representantes, y que hasta la fecha no han recibido respuesta. «Esto no tiene tres días, nosotros vamos para ocho años sin electricidad», agregó.
«No es que no se ha gestionado, es que verdaderamente no hemos tenido acá quien le duela la institución tanto como a nosotros, entonces pues, hacemos un llamado no solamente a los entes gubernamentales, sino que a toda la población también que está dentro de la comunidad porque nosotros estamos acá dispuestos a mantener la escuela, a que la escuela salga a flote», aseguró.
A la par, explicó que el deseo de los docentes es «Tener la oportunidad de tener nuevamente las instalaciones dotadas como tiene que ser, porque fíjese que ni siquiera una buena luz artificial podemos tener», explicó, e invitó a voluntarios para que se animen a participar de la recuperación de la escuela. «Una sola golondrina no hace verano, creo que esto es un trabajo arduo y se tiene que hacer en conjunto».
Lealtad a la institución
Pese a las dificultades combatidas, la mayoría de empleados han laborado más de 15 años en la institución y aseguran que esta «ha salvado muchas vidas» desde su apertura con el padre Márquez.
El profesor De la Hoz, quien también fue estudiante del «Rafael Urdaneta», reveló que durante esa etapa los alumnos, junto con el sacerdote, buscaban a jóvenes drogadictos en el casco central de Maracaibo para insertarlos en el colegio y enseñarles una labor.
«Nos pagaban un bolívar diario, hoy muchas de esas personas están en Estados Unidos», precisó.
Fuga de alumnos
No obstante, el esfuerzo docente no ha podido contener la fuga de matrícula en el colegio/liceo.
Una profesora develó que la cantidad de educandos disminuyó de 500 a 358 alumnos, «debido a la situación que vive la institución», por lo mismo, hizo una petición a los tres entes de Gobierno, a empresas privadas y a organizaciones sin fines de lucro para que puedan ayudar a solventar en parte esta problemática.
«Aquí estamos dándole la batalla a lo que está sucediendo, a lo que está vivenciando esta institución, que tenemos ya ocho años sin transformador, sin cableado, todo lo han robado. Poco a poco lo hemos podido levantar, pero no hemos podido solventar el transformador que no lo tenemos», y explicó que los maestros han hecho lo posible para mantener la calidad educativa no obstante las condiciones vividas en el complejo educativo.
De la misma forma, reiteró el continuo llamado que ha hecho el complejo educativo a Corpoelec para que les sea sustituido el transformador que se encuentra desde hace casi ocho años sin funcionamiento.
«Aquí estamos afuera, trabajando debajo de las maticas porque es demasiado, la oscuridad en los salones y el calor que hay», finalizó.