¡Personalismo dinamita a la oposición! Reacciones a caricatura de Weir profundizan grietas
El Diario Tricolor-. “Desde María Corina Machado hasta el Partido Comunista de Venezuela (PCV). O todos se unen, o cada quien acabará ahorcado por separado”.
La potente frase pertenece a Pedro Benítez, profesor de Historia Económica de la UCV, y desgrana una realidad que oxigena a Nicolás Maduro y a la cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) en la carrera presidencial de octubre de 2024.
El personalismo, uno de los principales combustibles de la división opositora, dinamita las opciones reales de lograr un cambio político en Venezuela por la ya pedregosa vía electoral.
La más reciente muestra fue protagonizada por María Corina Machado, presidenta de Vente Venezuela y líder indiscutible, según todas las encuestas, en la ruta hacia el proceso de primarias opositoras. Si bien su reciente y esperada inhabilitación por parte de la Contraloría General de la República, agitó favorablemente el apoyo de la comunidad internacional, abrió heridas en la disputa por liderazgos.
Quien no entienda que nos necesitamos todos para derrotar al sátrapa de Miraflores, no tiene claridad de lo que realmente estamos enfrentando”, declaraba, sobre la caricatura, Delsa Solórzano, sobre el episodio de la caricatura.
Las vísceras hacen errar
Por años Machado transitó el camino del abstencionismo como mecanismo para salir del gobierno revolucionario.
Ricardo Sucre, politólogo, se refiere al episodio de la caricatura, y de una u otra manera lo menciona. “La caricatura de Weil hirió a muchos (tienen razón). Pero ese fue el discurso de la oposición contra quienes no se plegaron a la fracasada estrategia de la ‘presión y el quiebre’. La diferencia, ahora, es que su grupo metió en el saco a sus antiguos compañeros de ruta”.
Este comentario fue respondido en tuiter por Maryhen Jiménez, politóloga que reside en Londres: “Los radicales se (re) insertaron en la política electoral a través de las primarias. Pero sus preferencias estratégicas/visión del mundo no cambiarán de un día para otro. Para entender el mundo opositor, sus éxitos y fracasos, hay que tener esto presente”. A lo que Sucre, responde: “Es así, que ahora quieran votar, no cambia su visión. El voto todavía es ‘para otra cosa”.
Benítez, en un artículo publicado en Al Navío, modela la esencia de quien aspire a llevar sobre sus hombros la responsabilidad de capitanear a la oposición en las presidenciales de 2024.
Si alguno de los actuales precandidatos presidenciales que recorren el país desea llegar a sentarse en el despacho Presidencial de Miraflores, tiene que entender que su actual competencia no consiste en ser el nuevo líder de la oposición reconocido nacional e internacionalmente, o en derrotar a la ‘falsa oposición”, explica.
Y añade que, pese a que su actual esfuerzo puede ser muy agradable desde el punto de vista de la autopromoción personal, resultaría absolutamente inútil en función de los deseos de la mayoría del país. “Pero si de verdad está en búsqueda del poder político tiene que entender que eso pasa por pactar, sumar voluntades, buscar nuevos aliados y construir puentes”.
Negociación, obligatoria
Mibelis Acevedo, periodista, analista y especialista en comunicación e imagen, soltó un tuit que refleja los errores que se cometen al no tratar de articular, que no significa corromperse o transitar un camino sin ética.
Ellos versus nosotros. Nosotros los buenos, los puros, la estirpe que se equipara al pueblo sufrido e idealizado. Ellos, los corrompidos, los mafiosos, demonios llenos de vicios, esos que serán barridos por la fuerza incuestionable de la gente. Que punch el del discurso populista”.
La posición de quien lidera la oposición, sea o no María Corina Machado, requiere de mucha sensatez y altura. Debe tener un plan claro que movilice y sume a sus actuales competidores.
De acuerdo con el académico, su rol, más que nunca tiene que centrarse en la conciliación como estrategia. “Tiene buscar al resto de los opositores y adversarios de la perpetuación de Nicolás Maduro como presidente, y posteriormente con gente que hoy está dentro del mismo Gobierno. Entenderse con aquellos con los que hubiera preferido no coincidir”, añade.
Y Benítez recuerda que fue eso lo que Hugo Chávez tuvo que hacer en 1998, cuando aceptó la alianza con el MAS. “Sin esos votos y sin esa estructura (que él no tenía) no ganaba la elección de 1998”, asegura. ¿Por qué si Chávez lo hizo, María Corina Machado no asume con madurez el rol que le ofrece la historia para afianzar la unidad y salir con votos del madurismo y neocolonialismo cubano?
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Fuente: Versión Final /