Torturas, violaciones y agresión: los desgarradores testimonios de crímenes presentados ante la CPI
El Diario Tricolor. –La Corte Penal Internacional (CPI) publicó el viernes 21 de abril un informe de denuncias de miles de víctimas sobre los episodios de represión, torturas, asesinatos y otros delitos de lesa humanidad cometidos, presuntamente, por agentes del Estado venezolano en la última década.
El documento expone testimonios de 8.900 personas afectadas, quienes señalaron los delitos de asesinato, encarcelamiento u otra privación grave de la libertad física, torturas, otros actos inhumanos, violación y/u otras formas de violencia sexual, desaparición forzada, desplazamiento forzado, persecución por motivos políticos y otras violaciones de derechos humanos.
«En conclusión, las víctimas apoyan abrumadoramente la reanudación de la investigación del Fiscal de la CPI, incluso más allá del alcance de esta investigación de todos los crímenes de lesa humanidad presuntamente cometidos en Venezuela», dice parte del informe de 55 páginas.
Las identidades de las víctimas permanecen en resguardo del proceso para protegerlas.
A continuación, se mostrarán algunos testimonios de torturas, violencia sexual y otros tratos crueles y degradantes:
Le arrancaron las uñas y arrastraron
“[La víctima] fue secuestrada [por] un gran número de funcionarios del Sebin que le amarraron las manos y pies, lo amarró a un carro del Sebin y lo arrastró por más de un kilómetro por las calles antes llevándolo al […] donde fue torturado durante 24 días. […] Las torturas eran literalmente macabras; le arrancaron las uñas de las manos y de los pies con tenazas; lo asfixió por cubriendo su cabeza con bolsas de plástico que contenían insecticidas, lo que dañó significativamente sus pulmones; le aplicó descargas eléctricas en los genitales y partes íntimas; golpea todo su cuerpo con toallas mojadas; lo hacía bañar a toda hora en orines y excrementos […]”.
«Descargaron electricidad en mis testículos»
“Me lo colocaron varias veces en el pecho, me tiraron agua en los pantalones, precisamente en mis genitales, y descargaron electricidad en mis testículos, por lo que no pude contener mi vejiga y orinó particularmente fuerte por el shock. Todavía tengo en mi cuerpo las cicatrices de las quemaduras actuales.
Falsificaron un documento judicial en el que afirmaban que yo era sentenciado a muerte y me llevaron a un cuarto y me pusieron de pie en un banco de plástico, me me colgó del cuello, me golpeó varias veces en el estómago mientras me hacían preguntas que no pude responder. Los golpes fueron tan fuertes que una de las patas de la banca se rompió, así que me colgaron y perdí el conocimiento, todavía tengo las cicatrices en el cuello.
Me trasladaron a una zona con otros presos y les dijeron a los detenidos que yo era un violador, entonces me llevaron, me golpeaba y abusaba de mí obligándome a practicar sexo oral. […] [M]i enfermedad, en estado terminal, por no haber recibido tratamiento ni atención médica, y que sigo recibiendo no recibo porque estoy privado de mi libertad».
Intentó suicidarse en dos ocasiones
“Fue trasladado a […], donde fue sometido a medidas físicas y psicológicas torturado durante 26 meses, luego fue trasladado […], donde permaneció durante 19 meses. Durante todo este tiempo tuve mucho miedo de que incluso le pasara algo a mi [Redactado], [él] incluso intentó suicidarse en dos ocasiones, porque lo tenían, como el expresión dice, en un lugar sin ver el sol, sin aire natural, con luz blanca encendida las 24 horas del día, sin que él supiera cuándo era de día o de noche, y eso le provocaba mucho angustia y sufrimiento, y rogó que lo soltaran”.
Un perro le mordió los testículos
“Otra forma particular en que los uniformados ejercieron torturas y crueldades, trato inhumano y degradante en mi contra fue de naturaleza vicaria; es decir, maltrataba a mi familia para hacerme sufrir. Mi esposa […] fue constantemente abusada sexualmente, bajo la amenaza de que si no lo toleraba no la dejarían verme […].
En esto manera, muchas veces la obligaron a desnudarse, le abrieron la cara interna de los muslos, la hicieron tocamientos indecentes (violencia sexual), y en una ocasión incluso la obligaron a quitarse toalla menstrual para ‘comprobar que no tenía ningún objeto oculto’, lo cual fue tremendamente humillante y ofensivo para ella […]. Había una ocasión en que era aún peor porque obligaron a nuestros hijos a presenciar cómo desnudaban a su madre y abuela y querían desnudar a mis hijos “Lo desnudaron y le ordenaron a un perro rottweiler que le mordiera los testículos».
«Le decían que todo era su culpa»
“[La víctima] intentó escapar pero no lo logró, la agarraron y la metieron adentro el […], tomaron una bolsa de basura negra de plástico, la rociaron con insecticida y la se cubrió la cabeza con él tratando de asfixiarla […]. Ella fue brutalmente golpeada por estos hombres, al punto que cayó al suelo, y cuando dos trabajadores de la […] intentaron intervenir para socorrerla, los mataron en el acto, con fusiles, para impedirles ayudar [a la víctima]. […] Ella continuó siendo golpeada por estos hombres, quienes también la quemaron mano, la arrastró fuera de la casa, la llevó a uno de los establos donde fue salvajemente violada por hombres, quienes continuaron golpeándola brutalmente; pensaron que ella había sido muerta por los golpes por eso la tiraron.
Cabe señalar que a lo largo de estos actos violentos, los hombres insistían y repetían [a la víctima] que todo lo que lo que le sucedía fue su culpa por no retirar su denuncia, y los perpetradores hablaban en clave entre ellos, la jerga utilizada por los funcionarios públicos. […] [La víctima] tuvo que ser intervenida quirúrgicamente por los graves desgarros genitales provocados por las violaciones, parte de ella la mandíbula y los dientes se desprendieron a causa del brutal golpe, y ella tenía fracturas de cadera y problemas de la columna vertebral.
Fuente: Versión final /